La lógica de entrada es la lógica de salida

La lógica de entrada es la lógica de salida. Principio de primacía. La primera impresión es la que cuenta.

Estas ideas vienen a mi mente luego de ver el Debate Presidencial en Ecuador. Es casi injusto que esos primeros momentos al hablar en público, en los que los nervios están más alterados y la adrenalina a tope, sean aquellos que pueden marcar el resto de nuestra intervención.

Pero así es la vida y la Oratoria, así que mi recomendación siempre será prepararte no solo en lo que vas a decir sino en cómo te quieres sentir. Para lograrlo debes establecer una rutina o por lo menos un ejercicio lo suficientemente poderoso para regular esa adrenalina y fortalecer tu confianza antes de salir al escenario. 

La forma en que lo describo en mis talleres es "hablarle al cuerpo a través del cuerpo" y a lo que me refiero con eso, es que no puedes pretender calmar tus nervios solo con palabras bonitas o ideas lógicas. En ese momento, tu ser más racional está siendo secuestrado. Así que toca regresar a lo primario: el movimiento corporal, la respiración y la imaginación. 

Practicar técnicas como meditación o Mindfuless, la habilidad de estar presentes sin engancharnos con nuestros pensamientos o emociones, también te pueden ayudar, especialmente a lidiar con sorpresas desagradables o preguntas inesperadas. Estoy segura que para los candidatos Bolivar Armijos, Luisa Gonzalez, Otto Sonnenholzner y hasta a la moderadora Gisella Bayona, estas prácticas de relajación y gestión emocional les hubieran servido en el debate. 

Antes de tu próxima presentación o conversación, revisa tu lógica de entrada y asegúrate que sea memorable...para bien. 

 



La incomodidad: Esa amiga que buscamos silenciar

 ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación incómoda?

En un mundo que cada vez se hace más a nuestra medida, gracias a la curaduría de redes sociales y al santo algoritmo, corremos el riesgo de refugiarnos solo en territorio familiar. Creamos un santuario aséptico que nos permite evitar aquello que nos produce incomodidad. Como si estar incómodos fuera algo intrínsecamente negativo. El problema está en que es en dicha sensación de inquietud que podemos encontrar oportunidades de crecimiento y de enriquecer nuestra vida. 

Como soy comunicadora y no psicóloga, llevaremos esta idea a nuestras conversaciones. Tener que dar una crítica, pedir algo y expresar lo que sentimos, suele sacarnos de nuestra zona de comodidad. Escuchar a una persona que tiene una visión diferente a nosotros nos puede llevar a sentir lo suficientemente incómodos para querer escapar de esa conversación. Pero en la vida "real" ese silenciar o bloquear de redes sociales no siempre es beneficioso. 

Como dice Tim Ferris:

“El éxito de una persona en la vida puede normalmente medirse por el número de conversaciones incómodas que está dispuesta a tener”

¿Cómo puedes negociar mejores condiciones en tu trabajo o relaciones si no lo comunicas?

¿Cómo vas a ampliar tu perspectiva si no estás dispuesto a escuchar opiniones o datos que te contradicen?

¿Cómo lograrás relaciones más auténticas y profundas si evitas ser vulnerable?

La próxima vez que sientas ese dolor de barriga nervioso, corazón que palpita fuerte y el deseo de quedarte callado o evadir una conversación, en lugar de buscar la ruta de escape, en lugar de huir de la incomodidad, acércate a ella como si fuera la llave para un futuro mejor. Lo es.