La incomodidad: Esa amiga que buscamos silenciar

 ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación incómoda?

En un mundo que cada vez se hace más a nuestra medida, gracias a la curaduría de redes sociales y al santo algoritmo, corremos el riesgo de refugiarnos solo en territorio familiar. Creamos un santuario aséptico que nos permite evitar aquello que nos produce incomodidad. Como si estar incómodos fuera algo intrínsecamente negativo. El problema está en que es en dicha sensación de inquietud que podemos encontrar oportunidades de crecimiento y de enriquecer nuestra vida. 

Como soy comunicadora y no psicóloga, llevaremos esta idea a nuestras conversaciones. Tener que dar una crítica, pedir algo y expresar lo que sentimos, suele sacarnos de nuestra zona de comodidad. Escuchar a una persona que tiene una visión diferente a nosotros nos puede llevar a sentir lo suficientemente incómodos para querer escapar de esa conversación. Pero en la vida "real" ese silenciar o bloquear de redes sociales no siempre es beneficioso. 

Como dice Tim Ferris:

“El éxito de una persona en la vida puede normalmente medirse por el número de conversaciones incómodas que está dispuesta a tener”

¿Cómo puedes negociar mejores condiciones en tu trabajo o relaciones si no lo comunicas?

¿Cómo vas a ampliar tu perspectiva si no estás dispuesto a escuchar opiniones o datos que te contradicen?

¿Cómo lograrás relaciones más auténticas y profundas si evitas ser vulnerable?

La próxima vez que sientas ese dolor de barriga nervioso, corazón que palpita fuerte y el deseo de quedarte callado o evadir una conversación, en lugar de buscar la ruta de escape, en lugar de huir de la incomodidad, acércate a ella como si fuera la llave para un futuro mejor. Lo es.